La imaginación erótica es un recurso exclusivo del ser humano. Tener fantasías sexuales es algo no sólo agradable sino necesario para tener relaciones sexuales placenteras y aumentar el nivel de excitación. Las fantasías no son más que eso, pensamientos irreales que nos producen excitación pero que no tienen por qué realizarse.
La moral está totalmente al margen de la fantasía; lo que menos importa es el contenido de las mismas. Ser conscientes del sexo, estar interesados y fantasear nos ayuda a excitarnos. Con frecuencia nos valemos de las fantasías para concentrarnos en nuestra propia relación sexual y excitarnos más. Las fantasías no son malas en sí mismas, ya que normalmente el objetivo no es realizarlas. Las fantasías nos permiten liberarnos de los patrones sexuales e involucrarnos en nuevas actividades.
Tener fantasías con personas del mismo sexo tampoco tiene por qué implicar tener tendencias homosexuales; para eso es necesario sentir deseo en la vida real. Las fantasías pueden ser compartidas en una relación sexual para agregar excitación y reavivar el deseo.
Cada persona debe descubrir cuáles son las partes del cuerpo, tanto del suyo como de su pareja, que experimentan más placer y estímulo al ser acariciadas.